Palazos everywhere

¡Hola a todos!

Hoy siento la necesidad de hablarles respecto al amor que, como escritores y lectores, llegamos a sentir por los personajes de una historia. De lo reales que se vuelven. No sé ustedes pero, para mí, ( y cabe la posibilidad de que sea yo una exagerada) un personaje bien construido se vuelve de carne y hueso.

Como escritora, estoy pasando por un período creativo difícil. He llegado a este punto en el que mis personajes deben tomar decisiones, se preparan a vivir con ellas.

Yo siempre digo, que los personajes son como los hijos del escritor. Tienen unapersonalidad propia, por lo que percibirán las cosas de una determinada manera. Cuentan con sus propios deseos, aspiraciones, creencias… Que no siempre empatarán con los que una posee como autora. A veces, ellos toman decisiones que no nos gustan.

Ahora bien, si tomamos en cuenta que les hemos tomado amor, cariño… Personalmente, detesto que sufran. ¡Me duele a mí también, tanto, que termino deprimiéndome! Les confieso que he estado lloro que te lagrimeo por espacio de algunos días. Todavía sigo muy afectada por lo que está sucediendo en Bermellón.

Y justo hoy por la mañana, al leer una de mis historias favoritas, ¡me encuentro con que una de mis personajes favoritos ha muerto! Juro que un ganchazo al hígado me hubiera dolido menos. Nunca me había pasado algo así y la verdad es que no se lo deseo a nadie. Enduelada, encuervada quedé.

Puesto que, de toda desgracia, es posible saquemos algo bueno, me he quedado pensando mucho: si tú, como lector y escritor, ya no puedes con tu alma por la historia… Parafraseando un poco al Torero de mi buen Chayanne, puede que haya de dos sopas:

  • Como escritor, te has dejado el alma en el ruedo, o
  • Como lector, te emocionaste tanto con la historia que te metiste al ruedo y te tocaron los cuernos.

Seas torero o cornado, ahora experimentas una empatía intensa que ha sido disparada y motivada por la historia. Ha resonado contigo. Y creo que eso deseamos secretamente, todos los escritores: la paternidad y maternidad de historias que resuenen con nosotros mismos y con nuestros lectores. Sin meterme en cuestiones de calidad, si la obra te ha provocado tales sentimientos y te ha proporcionado placer estético, es arte.

Así que recuerda, amigo escritor: si al escribir, tu cesto de basura se llena con pañuelos húmedos de lágrimas y mocos; si te da una colitis por los corajes o te asaltan los deseos de hacer unos desesperados malabares que salven a tus hijos literarios, probablemente estás creando una historia que merece la pena.

¡Gracias por leer!

Publicado por DevolaGestalt

Escritora y traductora de profesión. C'est la vie!

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar